![]() El Estado Islámico se ha convertido en el enemigo número uno de Occidente a pesar de su corta historia. Su brutalidad y su eficaz uso de la propaganda ha conseguido penetrar en el interior de hogares situados a miles de kilómetros a través de la televisión e internet obteniendo el objetivo deseado de expandir el terror por todo el mundo. El Tesoro de Estados Unidos ha denunciado que ISIS se ha convertido ya en el grupo terrorista más rico del mundo. Cada mes maneja decenas de millones de dólares gracias al mercado negro del petroleo y las extorsiones realizadas a las minorías étnicas y religiosas. Occidente también está contribuyendo a su financiación gracias al pago que varios países han realizado para liberar a sus nacionales secuestrados, cantidad que asciende a 20 millones de dólares. Los yihadistas del Estado Islámico tienen muy claro su objetivo y han declarado una guerra para ampliar su califato, un conflicto que saben que será largo y por ello se están preparando firmemente para ello. Y en este punto los niños ocupan un papel primordial, son los combatientes del futuro y con un fanatismo grabado a fuego en su interior serian auténticas armas de matar. ![]() Precisamente, los niños son el eslabón más débil en este conflicto. Según denuncian distintas organizaciones de derechos humanos y cristianas así como la propia ONU, los pequeños están siendo asesinados o desplazados mientras que hay niñas violadas por los terroristas y también vendidas a los países del Golfo como esclavas sexuales. Otros muchos han pasado al otro lado y han sido reclutados para luchar a las órdenes del califato. Máquinas de matar manejables Un informe del Foreign Police expone las variadas labores que desarrollan los niños captados por el Estado Islámico. En campos de entrenamiento pequeños de seis años son transformados en soldados. Son colocados en la primera fila como espectadores cuando hay crucifixiones o decapitaciones para inhabilitar su conciencia. Además, pese a su corta edad son utilizados para realizar transfusiones de sangre a los terroristas heridos y se les paga para delatar a cualquier persona que consideren sospechosa. Los elegidos son además convertidos en terroristas suicidas en nombre de Alá, tras haber sido previamente adoctrinados. El objetivo es crear auténticas máquinas de matar fácilmente persuadibles para cometer cualquier tipo de atrocidad que les sea pedida por parte de los cabecillas del Estado Islámico. A una edad en la que deberían estar pensando únicamente en jugar, estos jóvenes terroristas han visto muchas más monstruosidades de lo que alguien viviría en una vida entera. Las técnicas aberrantes de los islamistas consisten en preparar una lucha a largo plazo aunque muchos de estos niños-soldado no lleguen a la mayoría de edad. Les alejan de sus familias y de sus escuelas, la propaganda más tarde trata de deshumanizarlos haciéndoles ver que la vida no tiene valor y que morir es el camino más directo al Paraíso. Ya sean voluntarios, enviados por sus padres o directamente botines de guerra, estos niños son mandados a los numerosos campos de entrenamiento que poseen en la actual tierra de nadie que dominan. Allí aprenden la aplicación de la sharia y a utilizar las armas. Incluso entrenan con muñecos cómo decapitar a personas. En los frentes de guerra tanto en Irak como en Siria es frecuente encontrarse a estos niños. Allí son utilizados como meros escudos humanos y para hacer transfusiones de sangre. En zonas ya controladas por el Estado Islámico como en Mosul o Tal Afar, la ONU ha recibido el testimonio de cómo estos niños patrullan armados las calles y ataviados con el uniforme del grupo terrorista. ![]() “Tienen pesadillas y dejan de hablar” Los informes de la ONU citados por Foreign Police recogen ejemplos de este reclutamiento “grande y exitoso”. Así ha pasado en la llanura de Nínive y Makhmour durante el pasado mes de agosto el Estado Islámico llevó a cabo una batida de reclutamiento masivo de adolescentes varones para llevarlos al frente y para las ya citadas transfusiones sanguíneas. Sin embargo, el drama va más allá de la creación de un ejército de niños. Es el riesgo de perder generaciones enteras, de lavar el cerebro a miles de niños y hacerles insensibles, convertirles en máquinas que ya nunca más sepan discernir entre el bien y el mal sabiendo únicamente obedecer. Misty Buswell, que atiende a los refugiados y especialmente a los niños a través de Save the Children, explica que muchos de ellos están ya tan acostumbrados a presenciar decapitaciones que ya no les afecta ver una cabeza separada del cuerpo. “El Estado Islámico destruye su infancia, destruye sus corazones”, afirma. Los niños con los que trata en los campos de refugiados tienen además pesadillas constantes y es tal el trauma que padecen que evitan relacionarse con otros niños llegando incluso a mostrar comportamientos agresivos contra ellos. “He conocido niños que han dejado de hablar, que llevan meses sin hablar, a consecuencia de las terribles cosas de las que han sido testigos”, relata Buswell. EL PROCESO DE ADOCTRINAMIENTO El Estado Islámico sabe que cuanto antes comience el proceso de adoctrinamiento, más leal resultará esta nueva generación de yihadistas, tal y como afirma Raed, un adolescente sirio que se unió a la yihad con 16 años, en una entrevista con HRW: “El líder del campo decía que prefería a los más jóvenes. Me dijo: ‘Mañana serán líderes más poderosos o combatientes más fuertes’”. Por ello, los procesos de captación comienzan en las mezquitas, los sermones públicos y los centros educativos, que han adoptado un currículo totalmente filtrado por la demente interpretación del islam que sostiene su lider Al Bagdadi. “La educación está siendo empleada como una herramienta de adoctrinamiento, diseñada para promover una nueva generación de seguidores. En muchas zonas, el currículum escolar ha sido modificado para reflejar estas prioridades ideológicas e incluir el entrenamiento en uso de armas”, explica el informe de la comisión de investigación de la ONU. Por ejemplo, en el caso de Raqqa, afirman los activistas anti-Estado Islámico, “al no quedar sistema educativo en la ciudad, los niños van a las mezquitas, donde los clérigos del EI les lavan el cerebro y les adoctrinan para que tomen parte en la santa yihad y luchen contra los infieles y los enemigos de Dios”. En Mosul, de acuerdo al diario que un residente compila para la BBC, los yihadistas no solo han separado a niños y niñas en la escuela o han sustituido la clase de “educación física” por la de “educación yihadista”. También sacaron del plan de estudios las lecciones de geografía e historia, aunque luego rectificaron y en su lugar acabaron con la clase de arte y, con ello, también prohibieron el uso de lápices de colores. LA CONVERSION EN SUICIDAS Y DECAPITADORES Un informe de Raqqa is Being Slaughtered Silently señala que en esa provincia siria existen cinco campos de entrenamiento para niños y adolescentes y describe el funcionamiento de uno de ellos, el de Al Tabqa, para menores de 16 años y donde sus 250 a 350 alumnos aprenden a “disparar armas y lanzar granadas, además de recibir instrucciones sobre cómo hacer coches bomba y convertirse en terroristas suicidas”. Existen dos programas: el normal y el intensivo. En el primero, los niños entran en un curso de 45 días de educación “fundamentalista” para luego ser enviados al entrenamiento militar propiamente dicho, que se prolonga durante tres meses. En esta segunda fase “los niños son segregados en diferentes grupos decididos por sus mentores y ello incluye: el grupo de terroristas suicidas, el grupo de fabricantes de explosivos y el grupo de soldados”. El programa intensivo se reserva para momentos en lo que el Estado Islámico está inmerso en batallas a gran escala, las clases teóricas se reducen a 20 días y las prácticas a un mes, “al final del cual (los menores) son inmediatamente enviados al campo de batalla”. Una de las pruebas para graduarse en estos campamentos -cuentan los activistas de Raqqa- es llevar a cabo ejecuciones, como ocurrió a finales de agosto tras la captura de más de 400 soldados leales al régimen de Bachar al Asad: “El Estado Islamico se aprovechó del hecho de que una nueva remesa de niños estaba a punto de graduarse y ordenó que un número de ellos efectuase las decapitaciones. Aquellos que no fuesen capaces de decapitar no se graduarían. Sin embargo, todas las ejecuciones fueron llevadas a cabo con éxito”. Los niños son tanto ejecutores, como víctimas y espectadores (a muchos menores se les obliga a ver vídeos de las ejecuciones sumarias de soldados sirios y de otros enemigos de ISIS). “La ejecución pública de Mohammed Qatta, un vendedor de café de Alepo, fue una temprana demostración del modo brutal con que castiga y usa el terror el ISIS para asegurar la disciplina de los niños, en particular de los varones”, indica la ONU. Acontinuacion les presento un video donde se puede ver el adoctrinamiento y la crueldad de los entrenamientos a estos niños
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Octubre 2016
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